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...A Matilde nunca le gustó madrugar, ni siquiera cuando ​siendo​ todavía una niña tenía que levantarse temprano para ir de excursión. No compartía, en absoluto, el entusiasmo de sus compañeras de clase cada vez que en el colegio se proponía una visita escolar. Para ella, igual que le ocurría a su madre, el día ideal empezaba desperezándose en la cama, tras haber dormido a pierna suelta, sin escuchar el zumbido del despertador. Pero, claro, eso sólo podía hacerlo durante los fines de semana que a su familia no se le ocurría la brillante idea de salir pronto para pasar el día en el campo o en la playa.
Disfrutaba a rabiar despertándose tarde y entrando sigilosamente en la cocina de su casa, amplia y cálida, para prepararse un desayuno completo, con zumo, tostadas untadas en mantequilla y mermelada, queso fresco y un tazón repleto de leche fría. Era un verdadero placer, ella lo vivía casi como una necesidad, estar sola durante esa primera hora del día, cuando todos los demás ya hacía rato que se habían levantado, excepto su madre que, si estaba despierta, tenía por costumbre tomarse el primer café en la alcoba. Después del desayuno, le gustaba sumergirse en la bañera con agua muy caliente y permanecer perezosamente allí observando las trasformaciones de su piel y viendo cómo se enrojecía primero con el calor hasta que, después de un largo rato, se erizaba como un pollo desplumado al contacto con el agua ya fría. Solía bajar luego a la calle para comprarle el periódico a su padre en el quiosco de la esquina y comprobar, de paso, las películas de los dos cines que quedaban próximos a su casa. Durante la comida practicaría el juego fácil de convencer a su abuela para que la acompañara al cine, asegurando a sus padres que estarían de vuelta antes de la hora de cenar.

PVP  12,00 euros



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DISTRIBUIDORES

Marcial Pons

Maihisa







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